En la Plaza Mayor de Castellón de la Plana, se eleva una edificación de casi 60 metros de altura, de base octogonal y cuya parte superior cuenta con un compartimento donde se encuentra un campanario. Esta torre, mejor conocida como El Fadrí (palabra local para designar a una persona sola), es el símbolo de la capital de la provincia de Castellón.
Si eres un visitante que pasa por Castellón de la Plana, El Fadrí es uno de esos lugares que no puedes dejar de visitar, no solo por su interés histórico y cultural sino porque parte de la identidad de la ciudad e incluso de la región tienen mucho que ver con este monumento. A continuación te contamos más de la historia de este famoso campanario:
La torre campanario El Fadrí, cuyo nombre oficial es “Campanar de la Vila” se empezó a construir allá por el año 1440, y al principio no contaba con un plan muy estructurado acerca de las dimensiones que tendría o si se acompañaría su construcción de una iglesia (como era común en ese tiempo). Sin embargo, durante los diez años siguientes se afirmó el terreno y se colocaron los cimientos de la primera planta.
En 1457, el maestro albañil Çaera dirigió la construcción de lo que sería el primer cuerpo de los cuatro que actualmente posee el campanario. Ya en ese entonces existía gran controversia entre los locales por el destino final de la construcción lo que, sumado a los cambios producidos por el fin de la Edad Media, traería como consecuencia el retraso y paralización de los trabajos.
Casi cien años después, en 1593, se encargó el planeamiento arquitectónico final a Damián Méndez, un portugués afincado en Castellón de la Plana. Los impulsores del reinicio de las obras y que culminaron con su construcción fueron: Pedro Crosali, Marc Volsanys, Antonio y Juan Sadura, Francisco Galiança de la Lancha y Guillem del Rei.
La torre campanario por dentro consta de cuatro cuerpos que van en el siguiente orden ascendente: cámara del reloj, prisión eclesiástica, vivienda del campanero y la cámara de las campanas. Algo curioso es que estos niveles no se corresponden con las líneas de la cornisa exterior por lo que estos cuentan con tamaños diferentes.
Además de los cuerpos, El Fadrí remata su diseño con un antepecho adornado con gárgolas y un chapitel triangular en su techo. El que se ve actualmente es uno colocado en 1735 pues el anterior fue destruido por un rayo en 1656, que también ocasionó ciertos daños a la estructura que han tenido que ser corregidos con el tiempo, incluso hasta nuestros días.
Una vez terminado y durante siglos, El Fadrí ha sido objeto de admiración por parte de los habitantes, tanto por su construcción (es uno de los pocos campanarios en el mundo que no está adosado a una iglesia) como por su antigüedad. Incluso ha sido mencionado en la literatura y la poesía, teniendo como un claro exponente a Bernart Artola a quien se le debe el popular nombre de “El Fadrí”.
Si deseas visitarlo durante tu estadía en la capital de Castellón, debes tener en cuenta que las visitas solo se pueden realizar de día pues la estructura no cuenta con alumbrado eléctrico interno y hay que tener cuidado con los más de 200 escalones que hay en el interior pues algunos se encuentran dañados. Asimismo, es recomendable llegar a la cima para observar a las gárgolas que simbolizan diferentes valores como la lealtad, la fuerza y la majestad a través de las figuras del perro, el león, el águila, etc.
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